Con frecuencia me repito: la bioética es y será la filosofía del siglo XXI. Y agrego: la ética médica es parte de la bioética y es una disciplina fascinante pues, al no ser una materia exacta, son válidas diversas respuestas para un problema. El estudio de casos médicos ejemplifica el intríngulis previo. Médicos, y población interesada, pueden aprender ética médica gracias al análisis de situaciones individuales.
Comparto un caso (desconozco porque los médicos hablamos de casos; me disgusta el término; mejor sería mentar el nombre del enfermo y su problema). La historia de Sammy Linares (1988) invita: Paternidad, autoridad, estado vegetativo, relación médico paciente (en este caso familiar), calidad de vida y derecho a la muerte son cuestiones derivadas del affaire Linares.
Sammy Linares era un bebé normal. A los seis meses de edad se tragó un globo que le impidió respirar y afectó la función cardiaca. Sammy llegó al servicio de emergencias sin respirar. Fue resucitado. Su cerebro, se dice, no recibió oxígeno durante más de media hora. En urgencias se le colocó un ventilador (“respirador”). Los médicos consideraron desde el inicio que el daño cerebral era irreversible; pensaron que el bebé podría fallecer en las primeras horas o días.
Al cuarto día los doctores le comunicaron al padre el diagnóstico: Estado vegetativo persistente. El padre solicitó que se retirase el apoyo del ventilador. Los abogados se negaron a desconectar al bebé. Cuatro meses después Sammy permanecía en coma; sin esperanza, y ante la inutilidad de la terapia intensiva, fue transferido a un hospital pequeño. Cuatro meses después del accidente, el progenitor intentó desconectar al bebé. El personal del hospital impidió la maniobra.
Ocho meses después del accidente, el padre, armado con una pistola y bajo los efectos del alcohol desconectó a su hijo. El personal no logró impedirlo. Una vez que lo desconectó, abrazó a su bebé; a la media hora falleció. Pensar hoy, veintisiete años después del episodio, en los sucesos en torno a Sammy Linares y en la actitud de Rudy, su padre, de 23 años, ante el auge de la tecnología médica y la presión pública sobre temas vinculados con bioética y ética médica –eutanasia, aborto, testamento vital, regulación de matrimonios homosexuales en Estados Unidos- es indispensable. En algunos rubros las leyes médicas han cambiado, en otros no.
Tras la muerte de Sammy, Rudy fue acusado de asesinato. El argumento central aseguraba, “Nadie tiene el derecho de hacer justicia con sus propias manos”. Debido a la presión pública, Rudy fue exonerado. La actitud inicial de los médicos, intubar al bebé, no puede juzgarse. Ante la duda, en este caso intubar y apoyar con ventilador mecánico y fármacos, es necesario. La duda se refiere al tiempo que duró la falta de oxigenación del cerebro. Como se sabe, después de tres o cuatro minutos de anoxia –falta de oxígeno- algunas células del cerebro dejan de funcionar y mueren; no hay cómo restaurar las células cerebrales.
Lo que sucedió posterior a la intubación es fundamental. Los médicos diagnosticaron, con prontitud, estado vegetativo persistente, situación para la cual no hay remedio. En esas circunstancias, los pacientes, si reciben apoyo médico, pueden pervivir muchos años. Hasta ahí la historia.
Por su condición, Sammy no sufría. Sufrían sus hermanos y sus padres. Para los médicos y enfermeras que no estaban de acuerdo con mantenerlo en ese estado, acatar las órdenes de los abogados que no permitían desconectarlo significaba un problema: ¿cuidar al bebé o ayudarlo a morir? Todos se convirtieron en víctimas: Los hermanos por angustia, los padres por la posición médica y por no llevar a cabo su deseo, y el personal médico por realizar acciones fútiles.
Comparto preguntas y dudas:
¿Tenían los padres derecho de desconectar a su bebé? ¿A partir de qué momento?
Las leyes se interponen con frecuencia entre médicos y familiares y enfermos. ¿Qué hacer?
En las escuelas de medicina no se enseña a los doctores a “no hacer”; a los médicos siempre les gusta “hacer”. “No hacer” con Sammy hubiese precipitado el final antes.
¿Es deseable fomentar en el personal dedicado a salud el derecho de ser objetor de conciencia?
Sammy expone sendos problemas éticos. Su estudio no es extemporáneo. En otra ocasión comentaré el caso de Terri Schiavo (2005, Florida, Estados Unidos) quien pervivió durante quince años en estado vegetativo persistente y que confrontó al ex esposo, con sus padres, abogados e Iglesia(s), cuando el primero pidió que la desconectasen; Schiavo desencadenó profundas discusiones sobre eutanasia y la necesidad de las instrucciones anticipadas, antes denominadas testamento vital.
Creo que los padres de un bebé en estado vegetativo persistente sí tienen derecho a terminar con su vida. La decisión de hacerlo debe estar basada en la opinión de al menos dos expertos. ¿Eran expertos los médicos que hicieron el diagnóstico? Tal vez no, porque el artículo dice que cuando recibieron a Sammy, los doctores “pensaron que podría fallecer en horas o días.”
Es fundamental que los padres estén bien informados al tomar la decisión: Leí en Wikipedia que algunos casos de pacientes en estado vegetativo persistente se han recuperado. Quizá los expertos deban decirle a los padres qué probabilidad de recuperación existe.
No creo que que los médicos deben ser “objetores de conciencia.” Va en ambas direcciones: Un doctor religioso no debe rehusarse a cumplir la orden de terminar la vida de un paciente en ese estado. Otro tampoco debe terminarla solo porque su ética asi se lo indica.
Manuel:
Gracias por el comentario; tus dudas demuestran la complejidad de la ética médica. En pacientes terminales, ignoro sí así sucedió con el bebé Linares, siempre se requieren dos o más opiniones para el diagnóstico definitivo. Los pacientes que se recuperan de estados vegetativos persistentes son más bien casos anecdóticos. Concuerdo contigo: cada médico debe actuar de acuerdo a su conciencia.
Saludos,
Arnoldo
Querido Arnoldo:
La historia de Sammy y su padre Rudy obliga a comentarla, pero antes no quiero dejar pasar algo muy importante que dices en tu introducción sobre la ética médica: su ejercicio requiere en análisis de caso por caso,.Aunque hay principios generales (y los hay, como la autonomía, la justicia, la beneficencia y no maleficencia), uno de los aspectos más importantes de la ética médica laica es justamente ese: cada caso requiere un análisis individual. Desde luego que eso choca contra quienes prefieren los dogmas aplicables de manera uniforme y universal, cerrando toda posibilidad a un diálogo, a un acercamiento a puntos de coiniciencia en beneficio del paciente y sus familares. Ese ejercicio del análisis individual desconcierta a muchos, en especial a quienes esperan un receta mágica para toda situación (como cuado te preguntan. ¿está usted a favor o en contra de la eutanasia?).
Tras haber leído tu historia, uno sabe que la incertidumbre nunca puede ser eliminada por completo, pues es parte intrínseca de la vida misma: ¿puede recuperarse alguien que permanece en un estado vegetativo persistente? Aunque no lo recordamos con frecuencia o, en algunos casos, ni siquiera somos conscientes de ello, desde siempre los médicos hemos lidiado con la incertidumbre. Nuestros diagnósticos (incluso los de un patólogo) son aproximaciones probabilísticas a una realidad, no son dogmas inmutables. Ante ello y teniendo que tomar decisiones sobre la vida de los pacientes, elegimos de acuerdo a la expreriencia acumulada que, en casos como el de Sammy, nos dice que las probabilidades de recuperación son ínfimas (no me gustaría aquí usar el término estadístico “despreciables”, porque se trata de una vida). Por razones obvias, Sammy no pudo haber dejado un documento de voluntad anticipada, por tanto, en su padre y los médicos, consultando a los expertos necesarios, estaba el tomar la decisión. Creo que en su padre recaía espacialmente la representación de la “voluntad” de su hijo (salvo su madre, que no aparece en el relato, no imagino a nadie mejor para rperesentar esa voluntad). Ante tamaño dilema, no hay una respuesta que nos deje a todos satisfechos y tranquilos, pero en tu relato percibo una clave cuando escribes “Una vez que lo desconectó, abrazó a su bebé; a la media hora falleció”. Si así fue, creo que su padre obró bien.
Gracias querido Luis por alimentar la discusión:
Destaco entre tus ideas, tres puntos:
1. Individualizar. Se requiere mucho tiempo e interés para saber quien es el enfermo, cuál es su historia que sucede en su vida. Eso ya no se hace.
2. Incertidumbre. Gran tema médico. La sufren enfermos y padecen médicos. Para quien no sabe su diagnóstico y tiene incertidumbre, es mejor saber una mala verdad que seguir elucubrando. Para el médico es imprescindible: Si tienes incertdiumbre preguntas, te mueves, dudas, buscas.
3, La madre de Sammy no aparece en el relato: Cuidaba a sus dos hijos pequeños: La de seis años fue a que le dió el globo a Sammy. Se sentiía culpable.
Abrazo, y muchas gracias por tomarte el tiempo y escribir,
Arnoldo
La ética médica ,¿cómo se aprende? muchos factores concurren para puntualizar este tema,están,los derechos de los pacientes,los derechos de los médicos,lo que estipulan las leyes,Los comités de las unidades médicas,el consenso entre pares,la individualidad de cada enfermo,lo que dicta la historia de cada padecimiento y finalmente el principio básico LO PRIMERO,NO DAÑAR.
Barrón y López:
Concuerdo con tu comentario. El arte y la obligación de los médicos consiste en individualizar, y, eso, se lleva a cabo “poco”. Signo de la medicina contemporánea -y de las relaciones humanas en general-, es la pérdida de la relación entre médicos y enfermos. Si esta práctica no se cultiva, suceden incontables avatares negativos.
Saludos,
Arnoldo
Tengo una duda: ¿los abogados cobran por sus servicios en términos de las horas que dedican a evitar que desconecten el ventilador?
Carlos:
En los hospitales que pertenecen al sector salud los abogados no cobran y no tienen porque inmiscuirse en ese tipo de decisiones. Quizás lo hagan “después”, cuando se suscite una denuncia contra médicos o familiares por terminar con la vida de una persona. En otros aspectos, lamentablemente, los abogados se entrometen en la relación entre médicos y pacientes, cuando hay demandas de por medio.
Gracias,
Arnoldo
Tal vez aclarando algunos términos mejore la compresión del problema. Por la historia expuesta, este niño estaba en coma profundo y no en muerte cerebral. Si es así, la decisión de desconectarlo es más compleja dada la capacidad de recuperación de los niños. Tal vez habría que esperar un par de años y posteriormente convocar a un comité ad hoc con médicos, abogados y especialistas en biooetica para tomar una decisión final. Si el chico estaba en muerte cerebral el asunto habría sido más fácil, se hubiese podido desconectar en cualquier momento sin consentimiento de la familia ni de los abogados. El protocolo de diagnóstico de muerte cerebral está establecido en la medicina desde hace muchos años.
Jessu:
Tus observaciones son correctas. Muerte cerebral y estado vegetativo persistente son diferentes. En el primer caso decidir retirarel apoyo médico es más fácil; en el segundo, ¿es válido desconectar? Quizás te interese mi artículo del el próximo domingo en “El Universal”; Escribo sobre lo que aquí comento.
Saludos y gracias,
Arnoldo
Estimado Arnoldo:
Fue un gusto haber podido saludarnos y compartir experiencias. Me gusto tu editorial y como te comente “frente a los elevadores” me preocupa mucho el aspecto de la ética pediátrica. Sin embargo, creo que esto sería motivo de mucho más análisis. La simplicidad de tomar posición sobre la actitud del padre del niño es inexacta.
Hoy quiero compartirte la experiencia maravillosa de una película: La Fiesta de Despedida” que toca un tema que nos unifica y nos mantiene pensando en común: la eutanasia. Te mando un cordial abrazo.
Orlando Tamariz-Cruz.
Querido Orlando:
Sí, difícil tomar una posición “absoluta”. Vi la película que comentas. Ejemplifica mucho de lo que postulo y de lo que tu sugieres en cuanto a la dificultad del padre para decidir.
Abrazo,
Arnoldo